TE PROPONGO QUE VUELVAS A ESCUCHAR EL CUENTO, SIGUIENDO LA LECTURA QUE ADJUNTE, Y QUE ADEMAS VEAS EL ULTIMO VIDEO QUE EXPLICA TODO ACERCA DE LOS LUGARES Y OBJETOS DE OTRAS EPOCAS QUE SE NOMBRAN EN LA HISTORIA
El cartero de Civitavecchia
En Civitavecchia, como en una ciudad casi grande donde además está el puerto de
los barcos que van a Cerdeña, hay muchos carteros. Hay más de doce. El más joven
es el cartero Grillo. En realidad se llama Gian Gottardo Angeloni y en los círculos
postales es conocido por Trotillo, porque siempre va al trote. Pero en la ciudad lo
llaman Grillo, que era ya el apodo de su abuelo.
Grillo es tan joven que ni siquiera está casado. Tiene sólo una novia llamada
Ángela, muy mona, muy deportista. Es hincha del Ternana, ya que su padre era
oriundo de Terni; aunque un oriundo cualquiera, no de esos que juegan al fútbol.
Ángela es sobre todo hincha de Grillo, y le dice:
—Eres el mejor cartero de Civitavecchia y de todo el Tirreno. Nadie lleva una
bolsa tan pesada como la tuya. Si te dan un telegrama para entregar, vas tan rápido
que a veces llegas el día antes.
Ángela lo quiere tanto que cuando llueve le seca el paraguas con su secador de
pelo.
A Grillo lo destinan a la entrega de paquetes postales, pero para él es un juego:
lleva hasta veinticuatro a la vez y ni siquiera suda, y así se ahorra el pañuelo, con lo
que cuesta el jabón.
Una mañana, en vez de un paquete, lo encargan de entregar un tonel de vino.
Pesadísimo, era vino de catorce grados, figuraos. Él lo pone en el manillar de la
Vespino y sale corriendo. Se acaba la mezcla, la Vespino no marcha. No importa,
Grillo se carga el tonel en el dedo pulgar y se lo lleva al destinatario. Regresa a la
oficina, su jefe lo llama:
—Vamos a ver, ¿cómo es que llevas un tonel con el dedo pulgar y ni se te tuerce
un poco?
—Un tonel no es nada del otro mundo, jefe. Estoy acostumbrado a las cargas.
Tengo a mi cargo una familia más larga que un día sin pan: mi mamá, mi abuela, dos
tías solteronas y siete hermanos llamados Rómulo, Remo, Pompilio, Tulio,
Tarquinio…
—Alto. ¿No son los nombres de los siete reyes de Roma?
—Natural. Al fin y al cabo Roma es la capital. Mi padre era un buen patriota.
—Oye —dice el jefe—, ¿por qué no te dedicas al levantamiento de pesos? A lo
mejor te conviertes en un gran campeón.
—Lo pensaré.
—¿Cuándo?
—Esta tarde a las siete y media.
A las siete y media, Grillo se encuentra con Ángela y ella, con lo deportista que
es, se vuelve enseguida hincha del levantamiento de pesos.
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—Pero —sugiere— entrenémonos a escondidas, así te presentas por sorpresa, los
derrotas a todos, conquistas la gloria, te hacen una entrevista en la radio y dices que
tienes una novia llamada Ángela.
Se ponen de acuerdo. En cuanto oscurece, y todos los habitantes de Civitavecchia
se encierran en sus casas a ver la televisión (hacen lo mismo en Milán, Nueva York y
Villaconejos), Grillo comienza el entrenamiento. Primero levanta una motocicleta
japonesa que pesa dos quintales, después un seiscientos, después una furgoneta de las
grandes y, por último, un camión con remolque.
—Eres más fuerte que Maciste —dice Ángela, muy contenta.
Maciste es un descargador del puerto que levanta una caja de pernos con una sola
mano; pero no tiene a su cargo una abuela y tiene sólo dos hermanos, de modo que no
está tan entrenado.
A la mañana siguiente el jefe llama a Grillo a su despacho:
—¿Te lo has pensado?
—Sí, desde las diecinueve treinta a las once cuarenta y cinco. Pero durante un
poco de tiempo quiero entrenarme en secreto. Si viene esta noche a las doce en punto
ya verá.
—A medianoche, realmente, se ve muy poco.
—Mi novia llevará una linterna de bolsillo.
A medianoche van al puerto, se suben a una barquita. Ángela insiste en remar ella
para que Grillo no malgaste sus fuerzas, el jefe rezonga:
—¿No iremos en busca de ballenas para levantarlas?
Grillo se pone el bañador, se tira al agua, se acerca a un carguero de bandera
turca, de mil quinientas toneladas de arqueo y dice:
—¡Hale-hop! —para que todo esté en regla, y levanta el barco hasta que se ve la
hélice. A bordo alguien grita un par de palabras turcas, pero Grillo, que no conoce esa
lengua, no responde.
—¿Ha visto, jefe? —dice Ángela, apagando la linterna de bolsillo.
El jefe, entusiasmado, se lanza vestido al agua, abraza a Grillo y casi lo ahoga.
Por suerte Ángela ha traído un secador de transistores, y puede secarlos a los dos y
también las ropas del jefe, incluido el pañuelo del bolsillo de la chaqueta.
—Serás la gloria de Correos y Telégrafos —dice el jefe—. Pero, por favor, a la
chita callando. Nadie debe saber nada hasta el día de la sorpresa y del triunfo, así te
hacen entrevistas en la radio, te preguntan quién te ha descubierto, y tú respondes:
«Mi jefe, don Fulano».
—Y dice también que su novia se llama Ángela —agrega ésta.
—¿Puedo decirlo? —pregunta respetuosamente Grillo a su jefe.
—Claro que puedes decirlo —responde Ángela.
A la noche siguiente se van a Roma, fingiendo ir a Viterbo, para hacer otro
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entrenamiento secreto. Grillo levanta el Coliseo, desprendiéndolo de sus cimientos,
después lo vuelve a poner en su sitio con todo cuidado.
—Demasiado deprisa —critica el jefe—. Casi no me ha dado tiempo de verlo. Lo
haces todo demasiado rápido.
—Bueno, jefe, uno tiene que ser rápido a la fuerza cuando tiene una madre, una
abuela, dos tías solteronas y siete hermanos a su cargo.
—Y además —agrega Ángela— uno tiene intención de casarse.
—Eso no lo entiendo —le dice el jefe en voz baja a Ángela, mientras Grillo ha
ido a lavarse las manos a la fuente—. Una chica tan guapa como usted, de uno setenta
y tres de alto, de cincuenta y cuatro kilos de peso, con dos preciosos ojos verdes y
tanto pelo, ¿cómo se las ha arreglado para enamorarse de un cartero tan bajito y tan
cargado de familia?
—Oiga —le responde Ángela—, que yo también soy un poco levantadora de
pesos. Si me viene otra vez con estas conversaciones, lo siento en lo alto del Arco de
Constantino. Y después ya veremos qué sucede.
—No he dicho nada —dice el jefe—. Pensemos en nuestro campeón. Dentro de
quince días son los campeonatos del mundo. Yo pago la cuota de inscripción.
Hacen otros pequeños entrenamientos y el buen cartero, animado por la chica y el
jefe, levanta sucesivamente: las tumbas etruscas de Tarquinia, las minas del Canal
Monterano, una isla del lago de Bolsena, el monte Soratte, la Cantina Social de
Cerveteri, etcétera. Y con eso basta. Sólo queda esperar el día y la hora de los
campeonatos mundiales, que se desarrollan en Alejandría, en Egipto. El jefe paga
también el viaje de Ángela, que en el barco hace un buen papel; casi todos los
marineros le preguntan si tiene alguna hermana casadera.
Grillo está un poco nervioso, le entran manías como aquella vez que tenía que
llevar una carta urgente y se dio tanta prisa que llegó antes de que remitieran la carta.
—Calma —le recomienda el jefe—. Eres el levantador más fuerte del sistema
solar, no lo estropees todo con las prisas.
—Está bien, jefe —murmura Grillo—. Es que no estoy acostumbrado a perder el
tiempo y este barco parece que no tiene ninguna gana de ir a Egipto.
Pero al fin llega, los levantadores de pesos entran en Alejandría, encuentran el
hotel, y el jefe y Ángela le dicen a Grillo:
—Echa un sueñecito, así se te pasarán los nervios. Mientras tanto nosotros vamos
a inspeccionar el gimnasio para tener la seguridad de que no utilizan pesos falsos y
engañosos.
Grillo se va a dormir, pero duerme tan deprisa que se despierta el día anterior.
Mira el calendario y ve que es lunes, cuando ellos habían llegado el martes.
«Ya estamos —piensa—, ahora me toca dormir todo ese tiempo para ponerme al
día…».
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Vuelve a dormirse, pero duerme tan deprisa que se despierta tres o cuatro mil
años antes. Se despierta en el desierto porque el hotel aún no existe, y allí al lado hay
un tipo vestido de antiguo egipcio que le pregunta:
—¿Quick queck quack y quock?
—No entiendo un cuerno —responde Grillo educadamente—. En Civitavecchia
hablamos distinto.
El tipo hace dos o tres veces más: «¡Quick! ¡Quick!». Después llama a dos
esclavos, que obligan al cartero a levantarse, lo meten en una barca llena de gente con
uniforme de antiguos egipcios y le ponen un remo en la mano.
—Quack —dice el comandante de la barca.
—Eso lo entendí —dice Grillo—, significa: rema.
En cuanto él empieza a remar lo dejan todos los demás, porque ya no hay
necesidad: basta Grillo para hacer volar la barca Nilo abajo a tal velocidad que los
cocodrilos se apartan protestando y los avestruces, en la orilla, se quedan rezagados
un buen trecho. El comandante de la barca está tan contento que se vuelve loco de
alegría, y lo tienen que atar.
Grillo mientras tanto se ha olido que lo están llevando a echar una mano en la
construcción de las pirámides de Egipto. Y así es, en efecto. Allí en el desierto hay
una pirámide a medias, miles de esclavos que corren de un lado a otro llevando,
empujando, arrastrando piedrazas enormes; y está el Faraón, que regaña a sus
secretarios. También él hace: «¡Quick! ¡Queck!». Pero se comprende perfectamente
que el Faraón esté descontento porque las obras avanzan hacia atrás y sus secretarios
se la hacen encima de miedo de perder la cabeza, orejas incluidas.
«Les echaré una mano —piensa Grillo—, no me cuesta nada. Pero después de
comer, se acabó. Si te he visto no me acuerdo».
Levanta aquellas espantosas piedrazas como quien lava. Carga doce a la vez con
una sola mano y doce con la otra, mientras de todas partes llega gente a decir:
«¡Olé!» «¡Olé!» y «¡Queck! ¡Queck!», y el Faraón se desmaya de asombro y tienen
que ponerle un gato bajo la nariz para que vuelva en sí (usanza faraónica). En un par
de horas la pirámide está acabada: rancho especial para los de las obras, festejos
populares (piñatas, carreras de burros, palo de la cucaña). El Faraón quiere conocer al
esclavo extranjero y, en parte con las manos, en parte con palabras, le pregunta de
dónde viene:
—¿Babilonia?
—No, Excelencia. Civitavecchia.
—¿Sodoma y Gomorra?
—Ya se lo he dicho, faraón: Civitavecchia.
El Faraón se harta del interrogatorio y dice algo así como: pues vete a ese país.
Grillo mantiene un prudente silencio: en los interrogatorios, ya se sabe, lo mejor es
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decir lo menos posible. Come lo que le dan de comer, bebe lo que le dan de beber, y
después le hacen señas de que puede dormir bajo una palmera.
«Menos mal —piensa Grillo—. Y ahora intentemos dormir despacito, largamente,
para regresar a nuestros días».
Durante un rato consigue hacer pasar siglos y milenios, pero después, con su
impaciencia de costumbre, empieza a preguntarse: «¿Será hora de que me despierte?
¿No será hora de que me despierte?».
Se despierta a tiempo de echar una mano en las excavaciones del Canal de Suez,
donde por suerte encuentra a uno de Civitavecchia, que se llama Martino Angeloni y
ha sido compañero de escuela de su tatarabuelo, y lo invita a unas copas.
Cuando se vuelve a dormir, ha aprendido la lección. Pero la ha aprendido
demasiado bien. Se despierta en el hotel de Alejandría cuando los campeonatos
mundiales han acabado ya. Ganaron todos menos los de Civitavecchia. El jefe ha
regresado a Italia en el primer avión, furiosísimo. Allí está Ángela, removiendo con
la cucharilla una taza de café.
—Tómatelo —dice—. Ya estará frío, porque lo han traído hace tres días. Se ve
que te han hecho un truco para impedirte ganar: te han dado un somnífero poderoso.
El jefe ha dicho que se querellará. No importa. El año que viene son las Olimpiadas.
Y las ganarás.
—No —dice Grillo—, no quiero ganar nada de nada. Con la familia que tengo a
mi cargo, es inútil que ande dando vueltas por el universo levantando otras cargas.
—Entonces, ¿ya no te casas conmigo?
—Me caso enseguida, incluso la semana pasada.
—No, a mí me basta con mañana.
Antes de ir a Civitavecchia a casarse, sin embargo, hacen un buen viajecito hasta
las Pirámides. Grillo reconoce enseguida la que ha hecho él, con sus manos
correotelegráficas. Pero no dice nada. Los grandes campeones son modestos. Tan
modestos que su nombre no lo sabe nadie. Todos los días de su vida levantan pesos
espantosos, pero ni siquiera piensan en que les hagan entrevistas.
ACTIVIDADES
RESPONDO DESARROLLANDO LAS RESPUSTAS LO MAS CLARAMENTE POSIBLE
A) ¿QUE SITUACIONES ABSURDAS TIENE EL CUENTO?
B)¿QUE HACE EL PERSONAJE PRINCIPAL, GRILLO PARA ENTRENARSE?
C) OBSERVO EL VIDEO QUE EXPLICA LOS LUGARES Y OBJETOS QUE NOMBRAN EN EL CUENTO , REALIZO UNA LISTA DE LOS MISMOS , ELIJO UNO Y BUSCO INFORMACION SOBRE EL MISMO
D) EXPLICO QUE QUIERE DECIR EL AUTOR DEL CUENTO CON EL ULTIMO PARRAFO, SE REFIERE SOLAMENTE A LEVANTAR PESO REAL, O TAMBIEN HABLA DE OTROS VALORES PARA LLEVAR PESOS O CARGAS EN LA VIDA?
ESTA ULTIMA PREGUNTA LA CONVERSAREMOS ESPECIALMENTE EN LA PROXIMA CLASE DE ZOOM. ASI QUE TE PROPONGO QUE ESCRIBAS LO QUE PENSAS ASI PODEMOS INTERCAMBIAR IDEAS.
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